Cine - Teatro del Centro Social y Deportivo para Trabajadores de Balbuena
1929
colonia El Parque
Juan Segura, Marcial Gutiérrez Camarena, Mauricio de María y Campos y Nicolás Ramírez
Hace mucho tiempo, un niño se coló a una sala de cine del enorme Deportivo Balbuena. Lo que no sabía es que proyectaban una película de terror en la que alguien perdía literalmente la cabeza. Muy asustado, corrió de vuelta al limite del Centro con la colonia Morelos, donde vivía. Ese niño no volvería a ese cine ni tampoco a ver películas de terror.
A las obras de Juan Segura es difícil etiquetarlas, en el mejor de los sentidos. Debería existir un catálogo su arquitectura solamente por sus texturas: en cada obra hay al menos una distinta y los múltiples edificios de este deportivo no eran la excepción. En sus buenos tiempos el gobierno en turno organizaba ahi enormes festivales deportivos en las grandes pistas y campos deportivos, mientras que en ocasiones había conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional y distintas obras teatrales se exhibían en el teatro al aire libre. El deportivo era un foco de recreo, sobre todo los domingos, para la zona oriente que comenzó a desarrollar el DDF para trabajadorxs y obrerxs. Hoy, el deportivo es quizás la mitad de lo que era en extensión y las texturas de Segura están hundidas bajo repellados de cemento y múltiples capas de pintura de administraciones pasadas. Sus aplanados ocultan muchas historias.
A las obras de Juan Segura es difícil etiquetarlas, en el mejor de los sentidos. Debería existir un catálogo su arquitectura solamente por sus texturas: en cada obra hay al menos una distinta y los múltiples edificios de este deportivo no eran la excepción. En sus buenos tiempos el gobierno en turno organizaba ahi enormes festivales deportivos en las grandes pistas y campos deportivos, mientras que en ocasiones había conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional y distintas obras teatrales se exhibían en el teatro al aire libre. El deportivo era un foco de recreo, sobre todo los domingos, para la zona oriente que comenzó a desarrollar el DDF para trabajadorxs y obrerxs. Hoy, el deportivo es quizás la mitad de lo que era en extensión y las texturas de Segura están hundidas bajo repellados de cemento y múltiples capas de pintura de administraciones pasadas. Sus aplanados ocultan muchas historias.
A long time ago, a boy sneaked into a cinema in the huge Balbuena Sports Center, unaware that a horror movie in which someone lost their head was being screened. Feeling very scared, he ran back home, to the border of Centro Histórico and the neighborhood of Morelos. That boy would never return to that movie theater, nor would he ever watch a horror movie again.
In the best sense, it is hard to label Juan Segura’s work. There should be a catalog of his architecture only for his buildings ’textures: each work has a unique one, and the multiple buildings in this sports club were no exception. In its good times, the government of the day would organize massive sports festivals at the huge sports and tracking field while; other times, there would be concerts by the National Symphonic Orchestra and several plays would be performed at the open-air theater. The sports club was a center for recreation, mostly on Sundays, developed by the DDF for workers and their families for the East side of the city. Nowadays, the sports club is perhaps half the size it used to be and Segura’s textures are sunk under several layers of cement, plaster and paint from past administrations. Its rendered walls hide numerous stories.
In the best sense, it is hard to label Juan Segura’s work. There should be a catalog of his architecture only for his buildings ’textures: each work has a unique one, and the multiple buildings in this sports club were no exception. In its good times, the government of the day would organize massive sports festivals at the huge sports and tracking field while; other times, there would be concerts by the National Symphonic Orchestra and several plays would be performed at the open-air theater. The sports club was a center for recreation, mostly on Sundays, developed by the DDF for workers and their families for the East side of the city. Nowadays, the sports club is perhaps half the size it used to be and Segura’s textures are sunk under several layers of cement, plaster and paint from past administrations. Its rendered walls hide numerous stories.